Ganado: seis toros de El Vellosino, anovillados, escurridos de kilos, de sospechosos pitones y justos de fuerzas. Todos recibieron un picotazo y cinco fueron pitados en el arrastre.
Manuel Díaz ´El Cordobés´: pinchazo, estocada y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (una oreja).
Sebastián Castella: estocada (una oreja); y pinchazo hondo, media estocada y descabello (ovación tras un aviso).
Daniel Luque: pinchazo hondo, pinchazo y estocada (silencio); y media estocada, pinchazo y dos descabellos (silencio).
Plaza: Los Donceles (Lucena). Media entrada en tarde de temperatura agradable.
Manuel Díaz ´El Cordobés´: pinchazo, estocada y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (una oreja).
Sebastián Castella: estocada (una oreja); y pinchazo hondo, media estocada y descabello (ovación tras un aviso).
Daniel Luque: pinchazo hondo, pinchazo y estocada (silencio); y media estocada, pinchazo y dos descabellos (silencio).
Plaza: Los Donceles (Lucena). Media entrada en tarde de temperatura agradable.
Nuevo fiasco ganadero el vivido ayer en Lucena, y ya son varios desde la reciente inauguración de su flamante coso de Los Donceles. Menudo despropósito los ejemplares de El Vellosino, anovillados, chicos de cara, con pitones, como el primero de la tarde, casi romos y abiertos como una rosa nada más topar en tablas, justos de fuerzas y para colmo, de raza. Un regalito en toda regla para el aficionado que pasa religiosamente por taquilla y exige, al menos, que uno de los principales protagonistas del espectáculo, el toro, sea precisamente eso, toro. Lo de ayer en Lucena rozó el surealismo tanto en el tercio de varas --los seis toros recibieron un picotazo que en algunos casos no hizo ni brotar la sangre--, como en la insistente petición del público para que el tercero de la tarde fuera devuelto a los corrales ante su manifiesta invalidez, clamor popular que no fue tenido en cuenta por el presidente del festejo.
Y claro, sin toros, los tres espadas anunciados poco pudieron hacer, sobre todo porque el material con el que contaban no había por dónde cogerlo. Aún así, Manuel Díaz y Sebastián Castella tocaron pelo al aprovechar el puñado de pases que escondían el tercero y cuarto de la tarde. Oreja trabajada en ambos casos, aunque con argumentos distintos.
La de El Cordobés a su segundo, gracias a dos buenas tandas con la diestra que precedieron a otra con la izquierda en la que logró hilvanar una serie de muletazos de buen trazo, recurriendo a las cercanías en el tramo final de su faena, en la que no faltaron los arrimones y desplantes. En su primero, que se desentendía de los engaños a la primera de cambio, lo intentó en vano, tomando los aceros con prontitud.
Castella, por su parte, dejó destellos de su particular concepción del toreo en los dos ejemplares de su lote, mostrándose muy dispuesto y con ganas de agradar en su primero, con el que consiguió ligar dos buenas tandas de derechazos de mano baja, cosiendo literalmente al toro en la muleta. En el quinto, al que toreó con mucho temple por el pitón izquierdo, perdió con los aceros la que podría haber sido su salida a hombros.
Pero sin lugar a dudas, el peor parado del fiasco ganadero que ayer se vivió en Lucena fue Daniel Luque, que tuvo que bailar con la más fea intentando en vano montar faena a dos marrajos que no querían saber nada de lo que allí se cocía, tanto en el protestado tercero, al que el hombre con toda la honestidad del mundo mimó e intentó disimular con mucha suavidad su invalidez, como en el que cerraba plaza, un manso de solemnidad que tuvo que perseguir por todo el ruedo después de cada pase que intentaba. Todo un espectáculo digno de olvidar.
P.D. : Perdón por la calidad de las fotografías. Ayer me tuve que pertrechar en el tendido, ya que, como casi siempre para un servidor, no había pase de callejón. Eso sí, para algunos medios e invitados sí que los hubo sin ningún miramiento. ¡Siempre hubo ricos y pobres...!
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