Ganado: toros de Victorino Martín, muy bien presentados y de juego desigual, siendo muy exigentes y encastados en su conjunto. Destacaron primero, tercero y quinto, aplaudidos en el arrastre.
Curro Díaz: estocada (dos orejas); y dos pinchazos y estocada (ovación).
Javier Castaño: pinchazo, estocada tendida y un descabello (ovación); y pinchazo hondo y tres descabellos (palmas).
Octavio Chacón: estocada (dos orejas); y pinchazo y estocada (vuelta al ruedo).
Plaza: Monumental Coso de Las Canteras (Priego) Algo más de media entrada con el aforo permitido en tarde-noche de temperatura agradable. Destacaron en las cuadrillas Joao Diogo Ferrera, que se desmonteró tras dos espectaculares pares al quinto de la tarde, así como Tito Sandoval, tras un gran puyazo también al quinto de la tarde.
No defraudaron ayer en Priego los victorinos, ganadería que debutaba en el Coso de Las Canteras y que ha dejado un gran sabor de boca a los aficionados que se dieron cita en el festejo que igualmente ha supuesto el debut como empresario de Juan Antonio Medina en la localidad de la Subbética. Una apuesta arriesgada, como muchos la habían calificado en un principio habida cuenta del resultado de anteriores festejos «toristas», pero que a la postre podría catalogarse como todo un éxito, visto lo acontecido sobre el albero del más que centenario coso prieguense.
Y es que, si los seis ejemplares que Victorino Martín han sido aplaudidos de salida por su bella lámina, también han evidenciado las características propias de esta divisa exigiendo mucho a la terna que, tirando de oficio, ha cumplido con creces.
Por otra parte, el espectáculo de varas fue digno de mención, pese a los pitidos iniciales de los “enciclopédicos” aficionados que no se vieron en otra más grande. Los matadores, perfectos conocedores de los gustos de otras latitudes aunque seguro que un tanto extrañados de las primeras reacciones que se produjeron en Las Canteras, colocaron a sus antagonistas en la mayoría de los casos en pleno centro del ruedo, para asistir posteriormente a toda una lección por parte de los seis varilargueros, que en el primer encuentro dejaron buenos puyazos (soberbio el de Tito Sandoval al quinto de la tarde), destacando igualmente la brega que realizaron tanto Marco Galán, en la cuadrilla de Castaño, como Óscar Castellanos y Juan Carlos García, de la cuadrilla de Curro Díaz, sin pasar por alto el tercio de banderillas, otra auténtica rareza por estos lares, con dos poderosos pares del portugués Joao Diogo Ferrera, enrolado a las órdenes de Castaño. Precisamente en el tercio de banderillas, se produjo el susto de la tarde, afortunadamente sin consecuencias, cuando el tercero de la tarde prendió de feas maneras a Alberto Carrero, de la cuadrilla de Octavio Chacón.
En lo que al desarrollo de la lidia se refiere, abría el cartel Curro Díaz, que dejó los mejores muletazos de la tarde al primero de su lote, que por el pitón derecho no quería nada, pero que por el izquierdo fue toda una máquina de embestir. Y toreando al natural fue donde el torero de Linares creó pasajes de gran belleza, gustándose con adornos y sintiéndose muy cómodo delante de la cara de este Mercenario, uno de los mejores del encierro. Su acierto con la espada puso en sus manos dos más que merecidas orejas, trofeos que podrían haberse incrementado de haber estado más certero con los aceros en el segundo de su lote, en este caso en una faena en la que Díaz aguantó entre muletazo y muletazo los parones del complicado victorino, que evidenció mucho peligro por ambos pitones, siendo el único ejemplar del encierro que fue pitado en el arrastre.
La experiencia ante este tipo de hierros también la puso de manifiesto Octavio Chacón ante sus dos ejemplares, gustándose más en el primero de su lote, al que ha recibido con unas airosas verónicas y al que con la muleta tuvo que tirar de oficio ante el evidente peligro de su oponente, que en mitad de cada pase se volvía como una exhalación buscando los engaños y a todo lo que se dejaba detrás. En el que cerraba plaza, cuya muerte brindó al nuevo empresario prieguense, otra muestra de arrojo y tesón en una faena en la que Chacón volvía a ponerlo todo, arriesgando en terrenos muy comprometidos. El pinchazo previo al espadazo con el que finiquitó al sexto de la tarde, le privó de una oreja que el público pidió con insistencia, quedándose el premio en una clamorosa vuelta al ruedo.
Completaba la terna Javier Castaño, que con excesivas precauciones ante sus dos ejemplares, dejó pasajes sueltos de cierto interés cuando tomó los engaños con la derecha en su primero, mientras que en el quinto, no ha encontrado en ningún momento el sitio, perdiendo en ambos casos los trofeos por el mal uso de la espada.
Cuando Curro Díaz y Octavio Chacón abandonaron la plaza a hombros, en los aledaños del centenario coso taurino, varios aficionados, entre ellos algún que otro “enciclopédico”, coincidían en señalar el interés de la tarde gracias a las exigencias del ganado y al oficio de la terna, algo no muy habitual desgraciadamente en la actual Fiesta y que Priego tuvo la ocasión de vivir y paladear en el otrora día grande de su Feria Real.