sábado, 3 de septiembre de 2022

FERRERA Y GARRIDO A HOMBROS EN PRIEGO EN UNA TARDE EN LA QUE MORANTE DESTAPÓ EL TARRO DE LAS ESENCIAS

 



















 






FICHA DEL FESTEJO:  

Ganado: seis toros de Lagunajanda, bien presentados y de juego desigual, destacando el bravo tercero y el pitón izquierdo del quinto. Todos, en mayor o menor medida, fueron aplaudidos en el arrastre.

 Antonio Ferrera: dos pinchazos y estocada caída (oreja); y estocada muy caída (dos orejas tras aviso con petición de rabo).  

Morante de la Puebla: dos pinchazos y estocada caída (saludos desde el tercio tras fuerte petición); y media estocada y descabello (oreja con fortísima petición de la segunda).  

José Garrido: estocada (oreja tras aviso); y estoconazo (dos orejas).  

Plaza: Monumental Coso de Las Canteras (Priego). Algo más de media entrada en tarde-noche de temperatura agradable. Tras romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de José Mª Serrano, gran aficionado y asesor taurino de la presidencia de la plaza prieguense durante cuatro décadas, interpretándose posteriormente el himno nacional. Por parte de la A.C. Taurina Coso de las Canteras, se procedía a entregar a los matadores Antonio Ferrera y José Antonio Morante de la Puebla un recuerdo de sus anteriores actuaciones en el coso de Priego, con motivo del 25 aniversario de sus respectivas alternativas. Como detalle y por vez primera en sus 130 años de historia, las rayas de picar de la plaza de toros estaban pintadas con rojo almagra.  

CRÓNICA: 

 Antonio Ferrera y José Garrido abandonaron este viernes el Coso de Las Canteras a hombros tras cortar tres orejas cada uno de ellos en el tradicional festejo de la Feria Real de Priego, en el que Morante destapó el tarro de las esencias toreando al natural al segundo de su lote.
Este podría ser el escueto resumen, como mandan los cánones de la información, de lo sucedido ayer en el Coso de Las Canteras, que lejos de lo esperado, no registró el entradón que muchos vaticinaban y que otros tantos, entre los que humildemente me incluyo, ya advirtieron que no sería tal, máxime en un día laboral (tanto en Priego como en la tan traída y llevada comarca), lo que como pudo comprobarse hizo mella en el aspecto que presentaba la plaza en la que se repetía, casi a pie juntillas, lo sucedido en 1943 con el mismísimo Manolete. Un poco más de media entrada (ni de lejos los tres cuartos que señalan algunos medios que incluso ni asistieron) con la que nos tememos que el empresario tendrá que hacer la cuadratura del círculo para sacar adelante los pagos.
Al margen de este importante aspecto, que debería analizarse detenidamente por las sesudas mentes de la localidad que aconsejan la idoneidad de esta u otra fecha, la tarde, para un pueblo, como diría el castizo, resultó entretenida e incluso para muchos, “una gran tarde de toros”, como así reflejaban ayer distintos portales y redes sociales. El que paga manda, saca el pañuelo, pide música (que hartura por Dios!!!) y si cuando luego regresaron al recinto ferial o a su domicilio ese era su parecer, pues nos parece muy respetable, aunque con su permiso, voy a intentar resumir lo que, desde mi modesto parecer, fue el festejo de ayer en Priego.
En primer lugar, hay que destacar, por encima de todo, la faena de muleta de José Antonio Morante de la Puebla al quinto de la tarde, al que ya recetó un buen saludo, aunque los titubeos en el caballo en el simulacro de la suerte de picar, y los dos pares de banderillas, hacían presagiar que el genio de la Puebla tiraría por la calle de en medio, ya que el toro no decía absolutamente nada colándose incluso feamente por el pitón derecho. Cuando tomó los trastos ya lo hizo con la espada de matar, por lo que se avecinaba una faena de aliño, pero los ayudados por alto del trasteo y el remate de la primera tanda con la derecha, cambiaron por completo el escenario. Asentando los pies en el suelo y ahora con la muleta en la zurda, Morante dejó para el recuerdo cuatro tandas de naturales a cámara lenta, preñadas de torería, ligazón y remates de cartel. El buen pitón izquierdo de este Lagunajanda, hizo que brotara el duende y que por momentos, Las Canteras vivieran los mejores pasajes artísticos de la tarde, rematados con otro puñado de doblones para el recuerdo. La espada, ¡ay la espada!, privó a Morante de dos incontestables orejas, que el público pidió insistentemente pero que la presidencia, en este caso un tanto cicatera por lo visto en los toros anteriores, negó, lo que provocó una sonora pitada cuando el matador finalizó su triunfal vuelta al ruedo.
En su primero, Morante, al que realizó un quite por chicuelinas marca de la casa, estuvo correcto, con más detalles en los remates de las tandas que en la propia ejecución de las mismas, que estuvieron condicionadas por el molesto cabeceo de su enemigo, dejándose en alguna de ellas por el pitón derecho que fueron lo más destacable de una corta faena en la que perdió los trofeos por el mal uso de los aceros, pese a la petición del público, aunque en esta ocasión, todo hay que decirlo, el palco estuvo más que acertado.
Por su parte, Antonio Ferrera, con su particularísimo concepto de la lidia, perdía con los aceros en el que abría plaza un mayor número de trofeos, tras una actuación en la que en la recta final conseguía imponerse al complicado ejemplar de Lagunajanda, al que aguantó varios parones de escalofrío, a base de toques y mucho toreo con la voz… Una tanda más que aceptable con la izquierda y un desplante de los que tanto gustan por estos lares, calentaron al respetable que, pese a errar con los aceros, llegó incluso a pedir los trofeos para el matador, concediendo la presidencia, casi a regañadientes la primera oreja de la tarde.
Lo que vendría en el segundo de su lote, merece la pena analizarlo detenidamente, porque tal vez, a muchos de los asistentes ayer a Las Canteras le pareciera normal lo sucedido, con el numerito del tercio de picar, las banderillas a toro pasado, el solicitar incluso a la banda de música (por cierto, ayer nuevamente soberbia su actuación), el pasodoble que quería para su faena, Nerva para los no puestos en materia musical, con el que realizó algunos pases de ballet dignos del mismísimo Teatro Bolshoi, o el subalterno con el rabo del toro en la mano jaleando al público tras la insistente petición (situación que es sancionable…)
Desde mi modesta opinión, lo de ayer en Priego fue una falta de respeto a los aficionados y a la ortodoxia de la Fiesta, y menos mal, que desde el palco se puso un poco de orden cuando tras la payasada de intentar picar al toro y el propio Ferrera pedía el cambio de tercio, el presidente le indicó que tenía que entrar al caballo ya que tiene que ser el picador el que ejecute esa suerte.
Luego vinieron tres pares de banderillas a toda revolución, y una largísima faena de muleta, con la comentada petición musical, de mucha cantidad y absolutamente nada que llevarse a la boca, en parte por el molesto cabeceo de su oponente y por el espectáculo de los pases de baile al comenzar cada tanda. Ayer Ferrera dejó la ortodoxia en el hotel y los aficionados de Priego se lo premiaron, y de qué manera, pese al casi bajonazo con el que finiquitó a su segundo, que menos mal que desde el palco presidencial, tan correcto durante toda la tarde, no vieron.
Completaba el cartel José Garrido, que manejó el capote en sus dos oponentes con mucha elegancia, particularmente en el que cerraba plaza, ejemplar un tanto complicado en el que tuvo que ponerlo todo de su parte y al que finiquitó con un espadazo de premio, sin lugar a dudas el mejor de la tarde-noche. Con la muleta, intentos por ambos pitones, con continuas correcciones, pases vaciando la embestida y unos estuarios finales que pudieron costarle un susto. El paisanaje, ya que ayer en los tendidos de Las Canteras se dieron cita numerosos vecinos de Rute, localidad natal de la familia de Garrido, pusieron en sus manos dos orejas, a la que hay que sumar la conseguida en su primero, un bravo ejemplar de Lagunajanda pero justo de fuerzas, con el que inició la faena de muleta sentado en el estribo y al que recetó varias tandas por el pitón derecho de mucha enjundia, bajando enteros su actuación cuando lo intentó por el pitón izquierdo. Los adornos finales y otra efectiva estocada pusieron en su mano otro trofeo, que lo convertían junto a Ferrera en el triunfador numérico del festejo, aunque artísticamente, la tarde tuvo otro triunfador incontestable, que fue el único que, entre una cerrada ovación, abandonó al más que centenario albero prieguense a pie.

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