FICHA DEL FESTEJO:
Ganado: seis toros de Martín-Lorca, el quinto bis del mismo hierro, de magnífica presentación, colaboradores, a excepción del sexto, destacando por su bravura el lidiado en segundo lugar.
Rafaelillo: estocada (oreja); y pinchazo y estocada (oreja tras aviso).
Oliva Soto: media estocada (dos orejas); y cuatro pinchazos y estocada (silencio).
Mario Sotos: estocada (oreja); y dos pinchazos, estocada y un descabello (silencio tras aviso).
Plaza: Cabra. Menos de media entrada en tarde agradable.
CRÓNICA:
Cabra acogía ayer su tradicional festejo taurino con motivo las fiestas en honor a su patrona, con el que también se conmemoraba el 165 aniversario de la inauguración de su plaza de toros.
Una tarde que dejará para el recuerdo la magnífica presentación del encierro de Martín-Lorca, con hechuras de plaza de categoría superior, la faena de Oliva Soto al segundo de la tarde, la profesionalidad de Rafaelillo ante sus dos oponentes, las ganas de agradar del torero manchego Mario Sotos y en el polo opuesto, la floja entrada, todo hay que decirlo, que registraba ayer el coso egabranse.
Entrando en faena... es de obligado cumplimiento detenernos en la actuación de Oliva Soto ante el segundo de la tarde, Risueño de nombre y castaño de capa, al que, de salida, el torero de Camas realizó un saludo capotero con mucho compás, como preámbulo de lo que luego vendría con la muleta. Tras un picotazo en el caballo, el de Martín-Lorca se vino arriba y Oliva Soto, dándole el tiempo y espacio que necesitada y haciéndolo todo con mucho temple, enjaretó varias tandas por el pitón derecho de mucho empaque y torería, breves pero intensas, rematadas por interminables pases de pecho.
Con la zurda, también manejando los engaños con mucho temple, la faena levantó el vuelo definitivamente, completándose con otras dos tandas de derechazos, menos claras que las primeras, sazonadas con molinetes y un desplante final con el que terminó de conquistar a los tendidos, que no duraron en solicitar los máximos trofeos para Oliva Soto, mostrándose por contra muy cicatero el palco presidencial al no conceder para el toro una más que merecida vuelta al ruedo.
En su segundo, un sobrero de la misma ganadería y que, debido a su envergadura, sembró cierto pavor durante el tercio de varas, el matador de Camas lo volvió a intentar con los mismos argumentos, aunque en esta ocasión tenía enfrente a un oponente con la cabeza por las nubes al que poco a poco fue metiendo en el canasto a base de oficio, perdiendo con los aceros lo que podría haber sido un sonoro triunfo.
Por su parte, Rafaelillo ofrecía ayer en Cabra otra lección de profesionalidad ante sus dos ejemplares, realizando una faena corta en el que abría plaza, al que toreó con gusto con la derecha, mientras que, en segundo de su lote, siempre toreando a media altura, dejó otra faena marca de la casa a la que le faltó un puntito para conectar con el tendido.
Completaba el cartel Mario Sotos, que se gustó con el capote en el primero de su lote, mientras que con la muleta no acertó en la distancia que exigía su oponente, negándole el espacio y los tiempos que pedía. En el que cerraba plaza, el peor del encierro, lo puso todo de su parte intentando corregir los peligrosos tornillazos que soltaba su oponente en cada pase, siendo silenciada su labor al errar con los aceros.
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