Ganado: cinco toros de Guadalest, justos de presentación y escasos de fuerzas, y uno de Buenavista, lidiado como sobrero en sexto lugar, el de mejor presencia y fuerzas del encierro.
Juan Serrano ´Finito de Córdoba´: estocada contraria (ovación tras aviso); y silencio tras ser apuntillado el toro.
Manuel Díaz ´El Cordobés´: pinchazo, estocada y descabello (una oreja); y estocada casi entera (una oreja).
David Fandila ´El Fandi´: estocada casi entera caída y descabello (una oreja con petición de la segunda); y pinchazo y estocada (ovación cuando abandonaba la plaza tras fuerte petición).
Plaza: Los Donceles (Lucena). Casi tres cuartos de entrada en tarde muy fría, con mucho viento y amenaza de lluvia.
Juan Serrano ´Finito de Córdoba´: estocada contraria (ovación tras aviso); y silencio tras ser apuntillado el toro.
Manuel Díaz ´El Cordobés´: pinchazo, estocada y descabello (una oreja); y estocada casi entera (una oreja).
David Fandila ´El Fandi´: estocada casi entera caída y descabello (una oreja con petición de la segunda); y pinchazo y estocada (ovación cuando abandonaba la plaza tras fuerte petición).
Plaza: Los Donceles (Lucena). Casi tres cuartos de entrada en tarde muy fría, con mucho viento y amenaza de lluvia.
Una de las máximas de los agoreros de la Fiesta se cumplió a rajatabla en la inauguración de la temporada taurina de Lucena: "Cuando hay toros no hay toreros y viceversa". El Sábado de Gloria fueron los primeros los responsables, en gran medida, del resultado artístico del festejo celebrado en Los Donceles, a lo que hay que unir un molestísimo viento y un frío que caló en los huesos del numeroso público que se dio cita en el coso lucentino. Toros con las fuerzas justas, inválidos en algunos casos --como los protestados cuarto y sexto, este último devuelto a corrales--, protestones y distraídos, incluido el sobrero, perteneciente al hierro de Buenavista, salvándose de la quema el tercero de la tarde, algo más noble y con mayor fijación en los engaños que sus hermanos.
Junto a un ganado nada colaborador y un presidente que se mostró en algunos casos excesivamente riguroso en la concesión de trofeos, las condiciones atmosféricas tampoco invitaban, con ráfagas de viento que desarmaron en reiteradas ocasiones a los espadas, lo que provocó que éstos tomaran sus precauciones para salir ilesos del envite.
Así las cosas, El Cordobés fue el que mejor supo capear el temporal, obteniendo como recompensa la salida a hombros por la Puerta de Córdoba, tras cortar una oreja a cada uno de sus ejemplares. En el primero, al que hizo un quite por chicuelinas rematado con una revolera marca de la casa, Manuel Díaz sacó pases a trompicones al distraído y protestón ejemplar de Guadalest, que le propinó una tremenda voltereta, sin consecuencias, al quedar desarmado cuando intentaba torear con la izquierda. Enrabietado y en su estilo, tres molinetes, un redondo y un desplante bastaron para caldear el ambiente de tal manera que no pesó su fallo con la espadas para pedir la oreja.
En su segundo, también de brusca embestida, El Cordobés dejó varias tandas de derechazos de buen trazo y temple, juntando los pies al cambiar de mano en lo que fueron algunos de los mejores momentos de la tarde. Una pena que recurriera a lo accesorio recetando cuatro ranazos consecutivos que, eso sí, sirvieron para levantar nuevamente al tendido.
Salida a hombros para Manuel Díaz al que pudo acompañar El Fandi de haber cedido la presidencia a la mayoritaria petición de trofeos del público para el granadino, que en su primero, en el que demostró sus portentosas cualidades con las banderillas, no pasó de correcto con la muleta, volcándose sobre el buen pitón derecho de un toro al que pudo haber sacado mucho partido de haberlo entendido mejor. En el que cerraba plaza, el granadino volvió a exhibirse con los palitroques, especialmente en el tercer par al violín, iniciando la faena de muleta sentado en el estribo para luego, conforme se iban sucediendo las series, ir bajando enteros a medida que el toro perdía fuelle.
Por su parte, Finito de Córdoba cumplió sin más ante su débil primero, al que sacó un puñado de pases sueltos de bella factura por ambos pitones, mientras que en el segundo de su lote, un inválido protestado por el público de salida, el hombre no pudo hacer nada ante las contínuas caídas de su oponente, que finalmente tuvo que ser apuntillado en el ruedo.
PUBLICADO EN DIARIO CÓRDOBA (23/03/2008) POR R. COBO
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