El pasado domingo, en la previa de la retransmisión de Canal
+ Toros con motivo de la miurada con la que finalizaba la feria de julio de
Valencia, una entrevista a Rafael Rubio “Rafaelillo” me llenó de satisfacción al
recordar que un servidor había sido uno de los privilegiados que presenció en
directo el pasaje que el diestro de Murcia acababa de narrar.
Preguntado por la mejor faena que había realizado a un toro
de Miura en toda su carrera, Rafael, que atesora unas 45 actuaciones frente a
reses del hierro de Lora del Río, no lo dudó un momento y recordó su actuación ante
uno de los toros que lidió el 23 de abril de 2011 en Priego, apostillando que
fue una pena que, debido a ser una plaza de tercera, aquella faena no tuviera
la repercusión que merecía.
El festejo, a punto de suspenderse debido al diluvio que
durante los días previos había descargado en Priego, finalmente se celebró,
gracias a la tregua de unas cuantas horas que permitió acondicionar el ruedo.
Luego, cosas del destino, nada más salir el primero de la tarde, comenzó
nuevamente a llover y ya, sin parar, hasta que finalizó la corrida.
Aquella tarde estaban acartelados Juan José Padilla, Rafaelillo
y el matador local Curro Jiménez. El jerezano, en aquella época aún entre la
nómina de matadores de este tipo de corridas, en su primer ejemplar, un
remiendo de Julio de la Puerta que completaba el encierro al rechazarse en el
reconocimiento uno de los toros enviados desde Zahariche, no hizo nada,
justificándose en su segundo, mientras que Curro Jiménez volvía a dar toda una
lección de pundonor y entrega.
Pero sin lugar a dudas, aquella tarde uno de los
protagonistas, junto a las reses de Miura, fue al pequeño pero grandísimo
torero de Murcia, que en su primero y bajo un diluvio, ya dio pinceladas de
toreo grande ante un complicado animal, vaciándose por completo en el segundo
de su lote y quinto de la
tarde. Aquel ejemplar, de nombre Maquinista, herrado con el
número 23 y de pelo cárdeno oscuro, fue una auténtica máquina de embestir y
aunque en los primeros tercios planteó no pocos problemas a la cuadrilla, con
la muleta, Rafaelillo consiguió desde el trasteo dominar la embestida del Miura
que, con un leve amago de indulto, recibió tras su muerte como premio una más
que merecida vuelta al ruedo. Curiosamente, y como ocurrió recientemente en
Madrid y Valencia, el maestro murciado después de esta memorable faena,
particularmente por el pitón izquierdo, pinchó hasta en cuatro ocasiones, lo
que no fue óbice para que la vuelta al ruedo que dio fuera apoteósica.
Calados hasta los huesos, los allí presentes, éramos
conscientes de que habíamos presenciado uno de esos momentos que hacen grande a
la Fiesta, una de esas faenas que se recuerdan en comentarios y tertulias, una
faena que, casualidades de la vida y como el propio maestro de Murcia corroboró
el pasado domingo, fue la mejor de su carrera, por el momento, a un Miura.
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