Hace veinticinco años Juan Serrano "Finito de Córdoba" y Rafael González "Chiquilín" encandilaban a la afición cordobesa que, dividida en sus preferencias, era la más clara expresión de la rivalidad. Se repetía la historia que escribieron en su día Zurito y El Puri, en los años sesenta. De nuevo dos toreros cordobeses mantenían el interés de todos, dentro y fuera del ruedo. Luego, el destino les marcó a cada uno un rumbo diferente, pero hoy el Círculo Taurino, dentro de los actos programados en su cincuenta aniversario, les ha unido en un cordial mano a mano, para que, un cuarto de siglo después rememoren aquellas tardes inolvidables.
Si en aquellas fechas pusieron la plaza de bote en bote, ayer sucedía lo mismo. No cabía un alfiler en la sede social de la entidad organizadora cuando Alfonso Téllez dio la bienvenida en nombre de todos los socios. Enseguida, el moderador del mano a mano, Víctor Molino, les preguntó a ambos si había existido una auténtica guerra entre ambos. Finito, como máss veterano en el cartel tomó la palabra primero: "Nunca ha habido guerra, solamente es que la afición se dividió entre los dos. Eran partidarios muy apasionados, y esa pasión se sentía en toda la ciudad”. Por su parte "Chiquilín" añadía; “Guerra no, era pique, pero de ahí no se pasaba. Nos saludábamos en la puerta de cuadrillas pero cuando salía el toro cada uno íbamos a lo nuestro”.
Ante la pregunta de que cambiarían de aquella época, Juan dijo no estar arrepentido de nada. “Lo que he hecho mal me ha servio para corregir. He llegado donde he podido llegar. Hecho de menos un compañero como él (refiriéndose a Chiquilín). Como aficionado disfruto cuando un compañero torea bien”. Rafael se mostró igualmente muy satisfecho de haber toreado con Juan. “Un torero lo que quiere es estar siempre bien. Unas veces se consigue y otras no. Me retiré cuando me llegó el momento. Tuve el privilegio de ser torero.
Con personajes tan entregados, los temas iban surgiendo espontáneamente, y llegó esta pregunta: Que admiráis más el uno del otro?. “Lo que más me gustaba de Rafael era su toreo vertical y personalidad. En Córdoba gusta esa forma de toreo muy amanoletado”, contestó "Finito". También Rafael se mostró sincero cuando dijo que le gustaba todo de Juan. “Con el capote y muleta era muy completo. Cada uno éramos distintos y eso es lo bonito del toreo”.
Fueron desgranándose las preguntas, con la complacencia del respetable, que se lo pasó muy bien escuchando las opiniones y anécdotas de dos toreros caballeros que dieron la talla en este elegante duelo de guante blanco.
La velada concluyó con una copa de vino de la tierra.
TEXTO Y FOTOS: Gentileza de Ladislao Rodríguez Galán (LADIS)
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