martes, 26 de septiembre de 2017

FELIZ ANIVERSARIO DE ALTERNATIVA PARA JAVIER GONZÁLEZ



































FICHA DEL FESTEJO:
Ganado: seis toros de Jódar y Ruchena, desigualmente presentados, inválidos en su mayoría y completamente huérfanos de casta.
Manuel Díaz “El Cordobés”: tres pinchazos y estocada tendida (silencio); estocada y descabello (silencio).
Manuel Escribano: estocada tendida y algo caída (dos orejas); pinchazo y estocada (una oreja).
Javier González: estocada (una oreja); estoconazo (dos orejas y rabo).
Plaza: Alcalá la Real. Se colgó el cartel de “No hay billetes” en tarde de calor.

Por enésima vez, Alcalá la Real volvía a dar todo un ejemplo para otras muchas localidades de la comarca, en el festejo que con motivo de su feria real se celebró el pasado domingo en la portátil instalada para la ocasión en el que minutos antes de que rompiera el paseíllo se colgaba el cartel de “No hay billetes”. La terna, de la que a última hora se caía el granadino David Fandila “El Fandi”, la integraban el local Javier González, toda una garantía de que el espectáculo estaba garantizado, así como Manuel Díaz “El Cordobés”, aún con mucho tirón popular por estos lares, y un Manuel Escribano que, por la vía de la sustitución, se convertía a la postre en otro de los protagonistas de la tarde.
Y es que pese a no tener material para ello, la voluntad de Escribano y González estuvo muy por encima del inválido encierro de Jódar y Ruchena al que la terna tuvo que enfrentarse y cuyos ejemplares, lejos de la fijeza y la humillación que caracterizaban a esta casa ganadera en su época de gloria, fueron auténticas almas en pena que bastante hacían con aguantar en pie.
El menos afortunado con el sorteo fue, sin lugar a dudas, El Cordobés, que pasó sin pena ni gloria por Alcalá la Real, llegando incluso a ser abucheado por un sector del público durante la lidia del segundo de su lote, al que le costaba un mundo mantenerse sobre las cuatro extremidades.
Por su parte, Escribano, que en Priego ya dejó una faena para el recuerdo el pasado 3 de septiembre, se tomó la cita alcalaína con mucha seriedad, recibiendo al primero de su lote con una larga cambiada de rodillas, banderilleándolo también con mucha soltura, destacando particularmente el tercer par tras un ajustado quiebro junto a tablas. Tras brindar al público, el de Genera abría la muleta en el centro del ruedo enjaretando dos pases cambiados por la espalda en los que ya se evidenciaba que no podría exigir mucho a su oponente, como así ocurriría, basando su actuación en varias series a media altura, principalmente por el pitón derecho, ya cuando tomó los engaños con la zurda, el de Jódar y Ruchena tomó tierra en varias ocasiones. Labor de enfermero, como se diría en el argot, que completó con varios circulares y un desplante final de rodillas que levantó a los tendidos.
En su segundo, más de lo mismo, aunque en esta ocasión, Escribano aprovechó los arreones con los su oponente se enfrentaba a los engaños para estructurar la faena. Así y tras un vibrante saludo capotero y otro estimable tercio de banderillas, el matador sevillano tuvo que recurrir a la media altura, ya que en el momento que exigía al toro, éste doblaba las patas. Varias tandas por la derecha en las que el inválido de Jódar y Ruchena aguantó algo más, y los desplantes y estatuarios finales, fueron más que suficientes para poner en sus manos una nueva oreja, que se unía a las dos conseguidas en su primero.
Las curiosidades del destino quisieron que de los cuatro toros cinqueños que se lidiaban en Alcalá la Real, dos de ellos le tocaran en suerte a Javier González, que tuvo que echar el resto para enfrentarse al mastodóntico tercero, que evidenciaba incluso problemas de visión por el ojo izquierdo. Conocedor de lo que se jugaba, el rubio matador tuvo que hacer de tripas corazón y aguantar la coladas del marrajo, que para colmo de males estaba más pendiente de lo que ocurría en el tendido y el callejón, que de los engaños de González, que tras intentarlo por ambos pitones dejó una buena estocada.
En su segundo y con la presión añadida de jugarse la salida a hombros, el de Alcalá salía a por todas, recibiendo al que cerraba plaza con una larga cambiada de rodillas como preámbulo a un vibrante saludo con el capote. Tras brindar a sus compañeros de cartel, Javier tomó la muleta iniciando su faena con las rodillas en tierra, dando paso a varias tandas de derechazos con el mentón hundido y los brazos desmayados de auténtico lujo. Muy cómodo en todo momento, continuó González con la zurda, aunque en este caso con menos claridad, volviendo nuevamente al pitón contrario para rematar la faena con varias tandas de derechazos y un desplante como preámbulo a un estoconazo que convirtió a los tendidos en un manicomio cosechando un nuevo y rotundo éxito en su tierra y cerrando de la mejor manera posible el festejo con el que celebraba el décimo aniversario de su alternativa.

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