martes, 22 de septiembre de 2015

TARDE TRIUNFALISTA EN ALCALÁ


















Ficha del festejo:
Ganado: cuatro toros de Herederos de Gregorio Garzón Valdenebro, uno de ellos para rejones, de aceptable presentación y juego desigual, muy parados tercero y cuarto y con algo más de movilidad quinto y primero, que recibió palmas en el arrastre, y uno de El Quintanar, lidiado como sobrero en segundo lugar tras partirse el pitón derecho el de la ganadería titular, brocho de encornadura y de feas hechuras.
Andrés Romero: rejón (dos orejas)
Manuel Jesús 'El Cid': estocada caída (dos orejas); y tres pinchazos y estocada (una oreja)
Javier González: casi media estocada y un descabello (dos orejas); y estocada (dos orejas y rabo)
Plaza: Alcalá la Real. Algo más de media entrada en tarde de temperatura agradable.


Un total de nueve orejas y un rabo, que se dice pronto, se repartieron los acartelados en el festejo mixto celebrado el pasado domingo en Alcalá la Real con motivo de la feria real de la localidad jiennense. Un resultado numérico que, en absoluto, se corresponde al bagaje artístico de una tarde condicionada en parte por el ganado y que, ya se sabe, estuvo marcada por el localismo y una presidencia festiva y ciertamente permisiva, lo que, sin ánimo de redundar, en absoluto beneficia a una Fiesta cada vez más necesitada de algo más de cordura.
Permisividad que fue supina permitiendo que el festejo comenzara, sin una explicación razonable, con quince minutos de retraso, a lo que hay que unir las dudas que se generaron con la devolusión del toro que se lesionó en el ruedo, que con un pitón partido llegó a entrar al caballo de picar e incluso la cuadrilla del matador de turno se disponía ya a clavar las banderillas. Un despropósito cuando el pañuelo verde debió aparecer segundos después de que el animal se empotronara en el burladero y la lesión ya se apreciaba de manera manifiesta. Pelillos a la mar.
Así, y pese a que la presencia de El Cid no tuvo para la taquilla todo el atractivo deseado, el rejoneador onubense Andrés Romero fue el encargado de abrir plaza ante un ejemplar de Garzón Valdenebro que se fue apagando, lo que provocó que el caballero abreviara y tras cuatro banderillas al quiebro, todas de una correcta ejecución, y tres cortas, el efectivo rejón de muerte hiciera que las dos orejas fueran a parar a sus esportón.
Que Manuel Jesús El Cid está atravesando un pequeño o gran bache, según se mire, en su carrera, es algo más que notorio. Si no fuera así, su presencia en una plaza portátil sería algo casi imposible, toda vez que durante la última década el maestro de Gerena ha sido la base de las más importantes ferias del país. De modo que un festejo como el de Alcalá la Real le viene bien para tomar impulso y comenzar a ganar confianza de cara ya a la próxima temporada. Toros cómodos, tanto el brocho sobrero que hizo de segundo, como el cuarto de la tarde, éste muy parado, que sirvieron para que El Cid reverdeciera su poderosa zurda, con varios pases aislados pero de mucho empaque, y sobre todo para que se diese dos arrimones de los que envalentonan al más pintado. Dos faenas de trámite que en Alcalá la Real fueron interpretadas como de triunfo gordo a tenor de los trofeos concedidos pero, ya se sabe...
Y como ocurriera el pasado año, por aquello de la responsabilidad que supone actuar ante sus paisanos y la necesidad imperiosa de triunfos, Javier González echó la moneda al aire y volvió a demostrar que quiere ser alguien en esto del toro. Sin la rotundidad de su anterior comparecencia, pero con un concepto muy elegante y por momentos relajado, sobre todo cuando toreó con la derecha, González dejó pasajes ciertamente estimables ante sus dos enemigos, especialmente ante el que cerraba plaza, ya que en el primero de su lote, arrinconado en tablas desde el trasteo inicial, bastante hizo con sacarlo de la querencia. El paisanaje y las ganas que este chaval derrocha en cada actuación hicieron que se convirtiera en el claro triunfador de la tarde y, de paso, volviera a pedir una oportunidad en una plaza importante.

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