domingo, 6 de septiembre de 2015
ENRIQUE PONCE DICTA TODA UNA LECCIÓN DE TAUROMAQUIA HOY EN CABRA
Ganado: un toro de Benítez Cubero y otro de Pallarés -misma casa ganadera- para rejones, grandones y de poca movilidad, y cuatro de Albarreal para la lidia a pie, terciados, destacando el juego del segundo, que fue aplaudido en el arrastre.
Diego Ventura: un pinchazo y rejonazo (una oreja con petición de la segundo); y cuatro pinchazos y rejonazo(palmas).
Enrique Ponce: pinchazo y estocada (dos orejas); y pinchazo y estocada (una oreja).
José Garrido: pinchazo y estoconazo (dos orejas); y estocada (dos orejas).
Plaza: Cabra. Casi tres cuartos de entrada en tarde-noche entoldada, con leves chubascos en el tramo final del festejo.
Enrique Ponce ha dictado esta tarde en Cabra toda una lección de tauromaquia, un compendio de lo que ha de ser una faena de muleta, ante un colaborador ejemplar de Albarreal que se prestó al lucimiento del maestro de Chiva. Elegante con el capote y cuidando a su oponente en el caballo, como ocurriría en el resto del festejo, con la pañosa Ponce tiró de experiencia, suavidad, sapiencia a raudales y hasta cierto pellizco en algunos pases del desprecio. Actuación al primero de su lote redonda, que comenzó a levantar el vuelo en dos tandas con la derecha que siguieron a un suave trasteo para luego, con la zurda, y tras corregir un molesto cabeceo del toro, enjaretar por ambos pitones series de mucha calidad, donde la técnica de Ponce hacía que lo que allí estaba sucediendo pareciera fácil.
Con similar planteamiento, aunque en este caso ante un toro más reservón y parado que su primero, Ponce intentó hilvanar ante el quinto de la tarde otra faena basada en el temple. En esta ocasión, su antagonista, queda dicho, no colaboró en exceso, máxime cuando en el tramo final cantó la gallina y el de Chiva mucho hizo con intentar tapar la huida de su oponente.
Así y en conjunto, toda una lección de este incombustible veterano con cinco lustros a sus espaldas, que por su frescura parecía haber debutado ayer mismo pidiendo un sitio de privilegio en el escalafón, algo que se está ganando a pulso el pacense José Garrido, que con los cuatro apéndices cortados esta tarde en Cabra, se convertía en el triunfador numérico del festejo, causando también una gran sensación entre los aficionados que se dieron cita en el coso de la avenida de la Constitución.
Muy elegante con el capote, que manejó con soltura y variedad en sus dos toros, destacando un quite por ajustadas chicuelinas rematado con una larga cordobesa a su primero, Garrido tuvo que cuidar en la muleta al primero de su lote, con los engaños siempre a media altura y no obligando mucho al toro, que comenzó a pararse lo que hizo que el joven diestro de Badajoz recurriese a las cercanías, rozando los pitones en varias ocasiones su taleguilla.
Una gran estocada ponía en sus manos dos orejas, idéntico premio al obtenido en el que cerraba plaza, con el que Garrido tuvo que emplearse a fondo ya que el animal, la mayoría de las veces, se quedaba en mitad de los muletazos, lo que obligó al joven matador a darle más sitio aprovechando la inercia del mismo para completar el viaje de los engaños. Como en su primero, el tramo final estuvo caracterizado por el toreo de cercanías, con unos ajustadísimos estatuarios que precedieron a otra estocada de premio.
Completaba el cartel Diego Ventura, que se las vió ante dos toros muy grandones y bastos, lesionándose el primero la pata izquierda lo que condicionó en gran medida la actuación del rejoneador hispano-luso. En su segundo, que se fue parando a medida que transcurría la lidia, Ventura tiró de repertorio protagonizando con Nazarí y Remate los mejores momentos de su actuación, particularmente en varias banderillas de poder a poder y con las cortas.
El mal uso del rejón de muerte privó a Ventura de salir a hombros ayer en Cabra, como sí lo hicieron sus compañeros de cartel, después de una tarde que será recordada por esa nueva lección que impartió todo un académico de la tauromaquia como es Enrique Ponce.
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1 comentario:
En la foto se aprecia un ajustadisimo pase de pecho, en el que cabe un camion entre Ponce y la muleta.
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