Pero claro ha llegado la hora de herrarlo y como uno más esperó tranquilamente su turno. Primero se herraron las hembras y cuando le llegó la hora entró en la “mangá” detrás de Ángel. Y fue el mismo mayoral el que le grabó sobre la piel el guarismo 1. El noble animal apenas acusó las quemaduras y cuando quedó liberado aceptó nuevamente las caricias de sus criadores Ángel y Fili.Ahora, por seguridad, vive en un corral donde diariamente recibe la visita del mayoral y su señora y continúa estrechando los lazos de amistad entre ellos.
TEXTO Y FOTOS: Ladislao Rodríguez Galán (Ladis)
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