Ficha del festejo:
Ganado: dos toros de Torrehandilla, primero y cuarto, y dos de Fuente Ymbro, segundo y tercero, destacando por su juego el segundo de la tarde, Infortunado, que fue indultado.
Finito de Córdoba: estocada (oreja); dos orejas simbólicas tras dos avisos; estocada atravesada que asoma y nueve descabellos (silencio tras aviso); y media estocada y dos descabellos (silencio).
Plaza: Los Donceles (Lucena) Media entrada en tarde de bochorno.
Crónica:
Se barruntaba algo especial este domingo el Lucena tras romper el paseíllo, entre los aplausos del público, el cante de José Mercé y los gestos de un Juan Serrano que volvía a escribir una bella página en su particular historia ya cargada de tardes mágicas. Y es que el guion, aunque no estaba escrito, casi se esbozaba en el ambiente que se había generado para este original binomio entre tauromaquia y flamenco que, todo hay que decirlo, resultó de lo más interesante.
Así, tras el primero de la tarde, un toro sosote al que Finito, pese al empeño, no pudo sacarle nada más que un puñado de pases sueltos, eso sí, marca de la casa, saltaba al ruedo Infortunado, herrado con el número 166, negro de capa y justito de presentación, con el que Juan Serrano ya dio todo un aviso de lo que vendría después, en un saludo capotero a cámara lenta, al compás de la música de José Mercé y moviendo los brazos como solo los privilegiados pueden y saben hacerlo, rematando con media de cartel.
Picotazo en el caballo, banderillas y brindis al público para comenzar una de esas faenas para saborear, que arrancaba con un trasteo con mucha torería, mientras Mercé se volvía a arrancar y Finito, con la derecha, comenzaba su particular sinfonía, con el mentón hundido en el pecho, tandas muy ligadas, suaves y de un ritmo que hacían que el bravo Fuente Ymbro se fuera creciendo.
Bajó un puntito la faena cuando el maestro cambió al pitón izquierdo, donde destacó en los adornos, para volver a levantar el vuelo cuando volvió a ese pitón derecho por el que Infortunado no cansaba de embestir, con la cara por el albero lucentino.
El run run en el tendido comenzó a cocerse y los primeros pañuelos pidiendo el indulto comenzaron a aparecer mientras sonaba el primer aviso. Y mientras, Finito, a lo suyo, ahora con la izquierda otra vez con la derecha, adornándose y gustándose en cada pase, hasta que el pañuelo naranja asomó por el palco presidencial y el júbilo se extendió por los tendidos, que ni siquiera se preocuparon de pedir para el matador los trofeos...
Tras este subidón, la tarde entraba en una cuesta abajo con el tercero de la tarde, ante el que Juan Serrano, literalmente roto tras su actuación en el toro anterior, lo intentó por ambos pitones, errando en exceso con los aceros, cerrando su actuación ante otro soso ejemplar de Torrehandilla en el que dejó varias tandas de buenos derechazos.