Ficha del Festejo:
Ganado: Seis toros de Luis Algarra, de aceptable
presentación y juego desigual, destacando los lidiados en primer y cuarto
lugar, particularmente este último, de nombre Ojerizo, que fue indultado.
Miguel Ángel Perera: estocada (dos orejas); dos orejas y
rabo simbólico.
Cayetano Rivera: bajonazo y estocada tendida (saludos desde
el tercio tras petición); estocada tendida y descabello (oreja).
Joaquín Galdós: estocada casi entera caída y descabello
(vuelta al ruedo tras petición); estocada caída y atravesada (oreja).
Plaza: Cabra. Algo más de media entrada en tarde primaveral.
La temporada taurina en la provincia de Córdoba se abría el
pasado sábado de manera oficial en Cabra con el tradicional festejo del Sábado
Santo, en el que, además, se indultó uno de los toros lidiados. Buen inicio,
podrían pensar algunos...
Y así fue, ya que tardes como la que se vivió en la vecina localidad
de la Subbética son las que hacen falta con más frecuencia para rescatar a la
Fiesta del letargo en el que se encuentra sumida de unos años a esta parte ya
que era una auténtica delicia escuchar a los aficionados abandonar el más que
sesquicentenario coso egabrense y seguir hablando y comentando el indulto de
Ojerizo, herrado con el número 58 y nacido el diciembre de 2012. Un toro
«guapo», como se diría en el argot, de fina lámina y pelo castaño, que tuvo la
suerte de encontrase con Miguel Ángel Perera, en cuya muleta se obró su
salvación.
Y es que el diestro pacense lo tuvo claro desde un primer
momento, con ostensibles gestos a su cuadrilla --magnífico el trabajo de Curro
Javier, Javier Ambel y Guillermo Barbero--, cuidando al animal en el caballo,
en el que únicamente recibió un picotazo, para luego en la muleta realizar una
faena de las que serán recordadas durante mucho tiempo. Previamente, con el
capote, Perera dejó unos primorosos lances de recibo, aunque sería con la
muleta cuando hombre y animal se acoplaron a la perfección.
Y es que desde el hierático pase cambiado por la espalda con
el que iniciaba el trasteo en pleno centro del ruedo, Perera lo vio claro y
comenzó a dar al toro, entre tanda y tanda, un tiempo que se antojó fundamental
para que el animal se fuera viniendo arriba y amoldara su embestida, como un
guante, al engaño que una vez tras otra le mostraba el matador. Cambios de
mano, circulares, tandas de naturales con el mentón hundido, derechazos
antológicos, más circulares y cambios de mano, y el torero que seguía a lo suyo
y el toro, como un tejón, embistiendo y embistiendo sin parar. Como era de
esperar, los primeros pañuelos comenzaron a poblar los tendidos, convirtiéndose
la petición en mayoritaria cuando Perera tomó los aceros.
El clamor del respetable y la unanimidad a la hora de pedir
que se le perdonase la vida a Ojerizo fue tan evidente, que al palco
presidencial no le quedó más remedio que sacar el pañuelo naranja y con él
convertir al ejemplar de Luis Algarra en el primero indultado en el coso
egabrense en sus 160 años de historia.
Grandísima faena en este cuarto de la tarde de Perera, que
ya rayó a gran nivel en el que abría plaza, otro bravo y colaborador ejemplar,
aplaudido en el arrastre, al que el extremeño toreó con mucho gusto y una
escalofriante quietud por el pitón derecho, con tandas invertidas y cambios de
mano de mucho peso, que tras una magistral estocada pusieron en sus manos dos
más que merecidas orejas.
Aunque indiscutiblemente la de ayer en Cabra fue la tarde de
Perera y Ojerizo, el resto de acartelados no quisieron ser invitados de piedra
y lo intentaron con todos los recursos disponibles, pese a no disponer del lote
más adecuado para ello.
Así, Cayetano Rivera derrochó torería en el primero, en el
que destacaron con la muleta varias tandas por el pitón derecho y un ramillete
de artísticos adornos, emborronando su actuación con el uso de los aceros. En
su segundo, muy grandón y con una sosa embestida, tuvo que tirar de oficio y
estructurar su faena en tandas cortas que no consiguieron calar en exceso en el
respetable, que pese a ello le concedió una más que cariñosa oreja.
Idéntico premio al conseguido por Joaquín Galdós, que
tampoco estuvo muy afortunado en el sorteo matinal, por lo que tuvo que
recurrir a la media altura en su primero, debido a la falta de fuerzas que
presentaba su oponente, con el que lo intentó todo, desplantes y adornos
incluidos, pese a lo cual no terminó de tonar el pulso a las exigencias del
animal. En el que cerraba plaza, otro ejemplar con las fuerzas justas, se
repitieron las pautas, aunque en este ocasión sí que pudo verse la auténtica
dimensión del peruano cuando tomó la muleta con la zurda y dejó dos buenas
tandas de naturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario