La Peña Taurina Curro Jiménez celebraba el pasado sábado la décimo segunda edición de sus jornadas taurinas con la ganadería de Miura como gran protagonista de los actos previstos, ya que protagonizó la charla coloquio que precedía a la entrega del premio Neptuno, que este año ha recaído en el legendario hierro de la A con asas.
El salón El Rinconcillo I, en el que se dieron cita alrededor de un centenar de aficionados, acogía una interesante charla-coloquio en la que junto a los ganaderos Eduardo Miura Martínez y su hijo Eduardo Miura Fanjul, se contó con la participación del matador de toros Tomás Campuzano, encargándose de conducir y moderar a los contertulios el prestigioso informador taurino Luis Miguel Parrado, que durante algo más de 90 minutos fueron desgranando en sus respectivas intervenciones vivencias y anécdotas relacionadas con las reses de una ganadería que este año cumple 175 años desde que Juan Miura compró las primera vacas en 1842.
Una longevidad no muy habitual dentro del campo bravo, gracias a que la ganadería, como así indicaba Eduardo Miura, “siempre se ha mantenido en manos de la familia desde su creación”, representando ahora su hijo Eduardo, la séptima generación de esta casta ganadera, cuyas reses se han lidiado en La Habana, México, Montevideo e incluso París.
Sobre las características de sus reses, Eduardo Miura enfatizó en la importancia que en su casa se da a las vacas, a la madre, que es la base del producto final, siendo ejemplares con un comportamiento muy particular, “a los que no se les puede dudar, ya que cuando el torero baja la guardia, nuestros toros suben su exigencia”. En este sentido, el ganadero confesaba que hay una amplia nómina de matadores que pese a no anunciarse con sus reses, “vienen a casa a tentar, ya que las vacas son muy exigentes”. Al hilo de esta afirmación, Eduardo Miura no pudo ocultar la “monotonía” que actualmente impera en la Fiesta, “donde todo está estandarizado y no hay diferencias entre unos toros y otros”, algo en lo que los ejemplares que pastan en Zahariche se diferencia notablemente del resto de hierros, lo que a su vez se traduce en que la nómina de matadores que se anuncian con los Miuras sean reducida.
Por su parte Tomás Campuzano recordó su particular relación con los ejemplares de esta casa ganadera, “con los que siempre hay que amoldarse y tener la mente muy despejada para estar delante”, afirmando que el toro de Miura, “muchas veces, cuando estás delante y vas a pensar en hacer algo, él ya lo sabe”. Junto a sus sonoros triunfos en Bilbao o Pamplona, Campuzano recordó la anécdota del sueño con un ejemplar de Miura, indicando que en su etapa, “matar una corrida de Miura te daba más reconocimiento y te lanzaba, algo que quizá ahora no ocurre”.
Tras la animada charla, tenía lugar la Cena Homenaje al Socio, procediéndose en los postres a la entrega del premio Neptuno, que la peña Curro Jiménez ha otorgado en esta ocasión a la ganadería de Miura con motivo de su 175 aniversario, dándose también la circunstancia de que fueron las reses de Zarariche las que se lidiaron en la inauguración del Coso de las Canteras, efeméride de la que el próximo 7 de agosto se cumplen 125 años.
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