FICHA DEL FESTEJO:
Ganado: erales de Benítez Cubero-Pallarés de aceptable presentación, muy justos de fuerza y de juego desigual, destacando los lidiados en primer, segundo (de nombre Flamenco y que fue premiado con una vuelta al ruedo) y quinto lugar.
Alejandro Enríquez: estocada tendida (dos orejas)
Ángel Luis Carmona: estocada caída (dos orejas)
Elías Casado: pinchazo y media estocada tendida (una oreja)
Francisco José Oterino: tres pinchazos, estocada muy caída que asoma (silencio)
José Antonio Alcalde “El Rubio”: dos pinchazos y estocada (dos orejas)
Luis Miguel Cobos: siete pinchazos tras los que Ángel Luis Carmona solicita a la Presidencia matar al eral, para lo que necesita de una estocada y seis descabellos (silencio tras dos avisos).
Jesús Navarro: estocada muy caída que asoma, estocada contraria que asoma, estocada que vuelve a asomar (una oreja tras aviso).
Plaza: Los Donceles (Lucena). Algo menos de un cuarto de entrada en mañana de temperatura agradable en el Sol y algo de frío en la Sombra, con ligeras rachas de viento a partir de la lidia del sexto que dificultaron la labor de los novilleros. El festejo daba comienzo con 12 minutos de retraso sobre el horario anunciado.
La temporada taurina en la Subbética echó esta mañana el cierre, salvo sorpresa de última hora, con el festejo en clase práctica celebrado en Los Donceles y en el que, una vez más se puso de manifiesto que, por el momento, se desconoce la fórmula secreta para atraer público a esta plaza.
Con erales de Benítez Cubero-Pallarés los acartelados, entre ellos el matador de toros y director artístico de la Escuela Taurina de Maracena, Alejandro Enríquez, y el ex matador y ahora subalterno Ángel Luis Carmona, director artístico de la Escuela Taurina de Lucena, ofrecieron un corolario de detalles y sensaciones para todos los gustos, desde el temple y el buen gusto, pasando por el miedo y la inseguridad, fruto inequívoco de la inexperiencia ante enemigos que, en algunos casos, exigían mucho más de lo que los chavales podían dar de sí.
El aperitivo a la actuación de los alumnos de las escuelas taurinas de Córdoba, Lucena y Marchena, venía de la mano de dos de sus directores artísticos, abriendo plaza el granadino Alejandro Enríquez, que ante un buen eral estuvo bien con el capote, dejando destellos de la calidad que atesora en su labor muleteril, de manera especial cuando tomó los engaños con la zurda, dejando varias serie de naturales de bella factura.
Su homólogo en la escuela de Lucena, el ursaonense Ángel Luis Carmona, no le fue a la zaga y tras un bello saludo capotero, aprovechó las cualidades de un eral, herrado con el número 28 y de nombre Flamenco, al que la presidencia concedió como premio una vuelta al ruedo, que sólo vio el usía desde las alturas del palco. Animal, eso sí bravo y noblote al que Carmona tuvo que torear siempre a media altura, debido a su manifiesta falta de fuerza, ante el que cuajó una gran faena de muleta con series por el pitón derecho de gran empaque, bajando varios enteros su actuación al cambiar a la zurda.
Y tras la actuación de los “maestros”, llegó el turno de los alumnos y aquí comenzó la segunda parte del festejo, ya que los más aventajados de la clase sacaron buen provecho de las enseñanzas recibidas y de las horas y horas de entrenamiento. Así, dentro de los alumnos, cabe reseñar las actuaciones cabe reseñar las actuaciones de Elías Casado y José Antonio Alcalde “El Rubio”. El primero, perteneciente a la Escuela Taurina de Lucena, con un valor a prueba de bombas aunque con ciertas carencias técnicas, ya levantó a los espectadores de sus asientos recibiendo a su eral a porta gayola, realizando con la muleta una labor más que aceptable en la que destacaron varias tandas por el pitón derecho ante un eral muy complicado y casi imposible por el izquierdo, pitón por el que dio varios avisos que no desanimaron, ni un ápice, al joven lucentino, que para rematar, se tiró a matar sin muleta.
Por su parte, “El Rubio”, ante otro eral justísimo de fuerzas, dio muestras de ser el más placeado de los alumnos actuantes, sobresaliendo en su actuación varias series de naturales con mucho temple, así como su inicio de faena con un trasteso genuflexo y dos tandas con la derecha.
Completaron el cartel Francisco José Oterino y Luis Miguel Cobos, ambos de la Escuela Taurina de Lucena, viéndoselas el primero ante el eral más flojo y complicado del encierro, ante el que el que no pudo hilvanar ni una tanta completa ya que al segundo pase el animal daba una y otra vez de bruces en el albero, mientras que a Cobos le vino grande la cita, desde que los clarines anunciaron la salida de su eral, ante en un constante quiero y no puedo que alcanzó su clímax con la espada. Hasta tal extremo llegaron las cosas que el director de la E.T. de Lucena, Ángel Luis Carmona, tuvo que tomar los aceros, algo que el público no tuvo muy en cuenta, animando al joven chaval al que se le vino el mundo encima ante semejante Calvario.
Cerraba plaza el alumnos de la Escuela Taurina de Maracena Jesús Navarro, que logró hacerse con su enemigo en el tramo final de una largísima faena de muleta, gracias a varias tandas con la derecha después de haberlo intentado sin éxito por el pitón izquierdo, con tandas en las que no le cogía el pulso a un eral que demandaba más distancia.
Y así finalizaba esta clase práctica, que fue en definitiva eso, una demostración por parte de los profesores de lo que debe ser la lidia, que luego sus alumnos, interpretaron, cada uno de ellos, como pudieron en unos casos, y como le dejaron en otros.
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