Ganado: tres toros de Carmen Lorenzo (primero, segundo y tercero) y tres de Pedro y Verónica Gutiérrez (tercero, cuarto --lidiado como sobrero-- y sexto), desiguales de presentación y muy justos de fuerzas, recibiendo todos un único picotazo.
Javier Conde: estocada tendida desprendida (una oreja); y pinchazo, estocada trasera y atravesada y dos descabellos (silencio).
Pedro Gutiérrez ´El Capea´: bajonazo que asoma y un descabello (una oreja); y estocada casi entera (dos orejas).
Julio Benítez ´El Cordobés Hijo´: pinchazo, media estocada y descabello (silencio tras un aviso); y estocada (una oreja).
Plaza: Cabra. Media entrada en tarde de nubes y claros y mucho frío.
La recuperada corrida del Sábado de Gloria en Cabra no pasará a la historia del toreo por las faenas que se presenciaron, ni por el juego del ganado, y ni mucho menos por la afluencia de público. Todo lo contrario. La ficha en la que se recogen los datos más significativos del festejo engrosará las estadísticas y poco más, porque ayer en Cabra ni el ganado, ni la terna, ni el público formaron esa mágica y necesaria combinación que requiere todo éxito artístico.
Buena parte de este fiasco lo tuvo el ganado, ya que a excepción de los dos primeros nobles ejemplares, el resto del encierro mostró una manifiesta falta de fuerzas, recibiendo un simbólico picotazo que en algunos casos no hizo ni brotar la sangre.
Junto al ganado, la actitud de los tres matadores fue otro de los aspectos a destacar, ya que mientras Conde y Julio Benítez no parecían estar en Cabra, El Capea demostró desde un primer momento que quería aprovechar la oportunidad, y a fe que lo hizo. Y por último, el público, soberano y sabio, aunque en algunos casos excesivamente benevolente y crítico, protestando la falta de fuerzas del cuarto de la tarde, lo que provocó su devolución por otro ejemplar que estuvo más tiempo en el suelo, o concediendo excesivos premios para los méritos contraídos por los espadas.
Con estas mimbres y como ha quedado dicho, Pedro Gutiérrez El Capea aprovechó mejor la coyuntura y salió a hombros gracias a la entrega de la que dio muestras en sus dos ejemplares, de manera especial en el primero, al que recibió con una larga cambiada de rodillas y un airoso saludo capotero. Con la muleta, y tras un trasteo muy templado, consiguió varias tandas con la derecha de buen trazo, cuajando en conjunto una actuación aceptable, que emborronó con el bajonazo que precedió a la estocada final. En el segundo de su lote, otro buen saludo con el capote y nuevamente varias tandas de derechazos muy limpios y ligados, exprimiendo al máximo las pocas fuerzas de su oponente, al que cortó dos orejas, la segunda concedida por el usía sin que la petición por parte del respetable fuera mayoritaria.
Tres orejas para El Capea y otras dos a repartir entre sus dos compañeros de cartel, entre ellos un reservón Javier Conde que entró por la vía de la sustitución --tras el percance sufrido por Uceda Leal-- y que dejó ir al noble primer ejemplar de la tarde sin hacerle prácticamente nada, obteniendo pese a ello una oreja de regalo. En su segundo, incluso tirando del repertorio marca de la casa, con el ya famoso pase de ballet incluido, no pasó del intento.
Tampoco tuvo su tarde Julio Benítez, al que no le ayudó el ganado, intentándolo en su primero por ambos pitones y recibiendo una voltereta sin consecuencias cuando lo toreaba con la izquierda. Se mostró algo más coherente aunque sin mucha convicción en el flojo sexto.
Javier Conde: estocada tendida desprendida (una oreja); y pinchazo, estocada trasera y atravesada y dos descabellos (silencio).
Pedro Gutiérrez ´El Capea´: bajonazo que asoma y un descabello (una oreja); y estocada casi entera (dos orejas).
Julio Benítez ´El Cordobés Hijo´: pinchazo, media estocada y descabello (silencio tras un aviso); y estocada (una oreja).
Plaza: Cabra. Media entrada en tarde de nubes y claros y mucho frío.
La recuperada corrida del Sábado de Gloria en Cabra no pasará a la historia del toreo por las faenas que se presenciaron, ni por el juego del ganado, y ni mucho menos por la afluencia de público. Todo lo contrario. La ficha en la que se recogen los datos más significativos del festejo engrosará las estadísticas y poco más, porque ayer en Cabra ni el ganado, ni la terna, ni el público formaron esa mágica y necesaria combinación que requiere todo éxito artístico.
Buena parte de este fiasco lo tuvo el ganado, ya que a excepción de los dos primeros nobles ejemplares, el resto del encierro mostró una manifiesta falta de fuerzas, recibiendo un simbólico picotazo que en algunos casos no hizo ni brotar la sangre.
Junto al ganado, la actitud de los tres matadores fue otro de los aspectos a destacar, ya que mientras Conde y Julio Benítez no parecían estar en Cabra, El Capea demostró desde un primer momento que quería aprovechar la oportunidad, y a fe que lo hizo. Y por último, el público, soberano y sabio, aunque en algunos casos excesivamente benevolente y crítico, protestando la falta de fuerzas del cuarto de la tarde, lo que provocó su devolución por otro ejemplar que estuvo más tiempo en el suelo, o concediendo excesivos premios para los méritos contraídos por los espadas.
Con estas mimbres y como ha quedado dicho, Pedro Gutiérrez El Capea aprovechó mejor la coyuntura y salió a hombros gracias a la entrega de la que dio muestras en sus dos ejemplares, de manera especial en el primero, al que recibió con una larga cambiada de rodillas y un airoso saludo capotero. Con la muleta, y tras un trasteo muy templado, consiguió varias tandas con la derecha de buen trazo, cuajando en conjunto una actuación aceptable, que emborronó con el bajonazo que precedió a la estocada final. En el segundo de su lote, otro buen saludo con el capote y nuevamente varias tandas de derechazos muy limpios y ligados, exprimiendo al máximo las pocas fuerzas de su oponente, al que cortó dos orejas, la segunda concedida por el usía sin que la petición por parte del respetable fuera mayoritaria.
Tres orejas para El Capea y otras dos a repartir entre sus dos compañeros de cartel, entre ellos un reservón Javier Conde que entró por la vía de la sustitución --tras el percance sufrido por Uceda Leal-- y que dejó ir al noble primer ejemplar de la tarde sin hacerle prácticamente nada, obteniendo pese a ello una oreja de regalo. En su segundo, incluso tirando del repertorio marca de la casa, con el ya famoso pase de ballet incluido, no pasó del intento.
Tampoco tuvo su tarde Julio Benítez, al que no le ayudó el ganado, intentándolo en su primero por ambos pitones y recibiendo una voltereta sin consecuencias cuando lo toreaba con la izquierda. Se mostró algo más coherente aunque sin mucha convicción en el flojo sexto.
Fotografías: Gentileza de José Antonio Romero
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