Leía el otro día un interesante artículo de Luis Picazo, del Círculo Taurino de Madrid, en el que definía el estado de la Fiesta como "crucial". Dejando a un lado el tan traído y llevado tema del "medio-toro" (la claudicación de los ganaderos ante las exigencias de las figuras), me llamó la atención la manera tan gráfica que tuvo de definir lo que está ocurriendo en no pocas plazas de la geografía patria con el llamado "intrecambio de cromos" que se está produciendo. Me explico.
Pongamos como ejemplo un empresario, sin decir nombres, que regenta diez plazas, alguna de ellas de cierta importancia, tiene en cartera a cinco o seis toreros y para colmo es dueño también de un par de ganaderías. El cuadro ya está descrito y lo que viene después, se lo pueden imaginar... "si tú metes a mi torero en tu plaza, el tuyo viene a la mía..." y si para como lidian un encierro de la ganadería del susodicho, miel sobre hojuelas. Todo queda el casa y el zurrón, más lleno.
El circuito, como verán, es impenetrable para aquellos que intentan abrise paso desde abajo o para los que no claudican a las primeras de cambio ante las exigencias de este intercambio de cromos, amen claro está de las figuras consagradas, que marcan su ritmo y les viene al cuento esta política de intercambio.
El resultado de todo este galimatías lo sufrimos los aficionados que, pongo como ejemplo la comarca y las provincias limítrofes, estamos un poco cansados de ver a los mismos, en los mismos sitios y ante las mismas casas ganaderas. ¿Por qué será?....
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