lunes, 14 de julio de 2008

CURRO JIMÉNEZ HACE BROTAR EL DUENDE DEL TOREO EN MONTILLA






Me gustó ayer, y mucho, Curro Jiménez. Tenía ganas de que una tarde nos regalara los ojos con ese toreo pausado, templado y con ligazón que en varias ocasiones he tenido la ocasión de degustar cuando toreaba en el campo, matando un toro o un novillo pocos días antes de una cita trascendental. Este chico tiene maneras, pero muchas veces las ganas de agradar y ese carácter bullidor que atesora, le impiden serenarse delante de la cara del toro y templar como lo hizo ayer. Los que tuvieron la suerte de acompañarlo a Madrid, me hablaron maravillas de aquella mágica tarde, en la que meció los engaños con tanto salero.

Pero ayer, afortunadamente para un servidor, el duende del buen toreo volvió a brotar en Montilla cuando Jiménez tomó la muleta y dejó para el recuerdo esas dos tandas de derechazos, con mando, aplomo, gusto y pellizco. Me alegro mucho de que fuera Curro el que destapara el tarro de las esencias, porque, sinceramente, se lo merece, y como han titulado algunos de los compañeros en sus respectivos medios, de paso, ha reivindicado con fuerza el sitio que le corresponde.


Aquí os dejo la crónica que publica hoy Diario Córdoba sobre el festejo de Montilla, agradeciendo la colaboración y atenciones de Álvaro González, autor de las fotografías que ilustran este post.



Ganado: seis toros de Las Monjas, bien presentados, serios y con cuajo, destacando por su nobleza el lidiado en tercer lugar. Primero, segundo, quinto y sexto fueron noblotes, mientras que el cuarto se defendía con tarascadas por ambos pitones. Con ciertos matices, todos fueron al encuentro de las cabalgaduras con alegría.
José Luis Moreno: dos pinchazos y estocada (una oreja); y estocada atravesada y caída y cinco descabellos (ovación tras un aviso).
Julio Benítez ´El Cordobés Hijo´: estocada tendida (una oreja); y media estocada caída y dos descabellos (una oreja).
Curro Jiménez: estoconazo (dos orejas); y pinchazo hondo y estocada (una oreja).
Plaza: Montilla. Media entrada en tarde de temperatura agradable. Segundo festejo del abono de la Feria del Santo.


La nueva fórmula planteada este año para la feria taurina de Montilla parece que no está contando con la respuesta que se esperaba por parte del público. Ayer se pudo comprobar nuevamente, y pese a los atractivos que presentaba el cartel, con una terna netamente cordobesa y una ganadería de garantías, los tendidos presentaron un aspecto que se aleja, y mucho, de lo que no hace tantos años se vivía en la capital de la campiña. Pero dejando al margen el matiz de la asistencia de público, el de ayer fue un festejo con multitud de detalles, en gran parte por el comportamiento de las reses de Manuel Bajo, e igualmente por la actitud de los tres matadores, ya que cada uno, a su manera, interpretó su particular concepción del toreo.


Así, el que se llevó el gato al agua fue Curro Jiménez, que supo aprovechar el mejor lote y convertirse en el triunfador numérico y artístico del festejo. Exito que el prieguense basó en su habitual entrega y coraje, mostrándose muy bullidor ante sus dos enemigos, faceta que en determinados momentos se echó en falta en sus compañeros de cartel. Pero junto a estos argumentos ya habituales en Jiménez, en su primer toro logró enjaretar dos tandas por el pitón derecho en las que brotó el duende, calando, y de qué manera, en los tendidos. Pases larguísimos, con mucho temple, ligazón y hasta cierto pellizco, tras un vibrante trasteo de rodillas, que remató con dos grandes pases de pecho. Bien Jiménez en este inicio de faena, bajando enteros al cambiar de mano, subiendo nuevamente cuando volvió con la derecha, recetando una tanda de rodillazos como epílogo y una gran estocada.


Con la salida a hombros asegurada, el de Priego no se amilanó en el que cerraba plaza y buscó con insistencia cortar un nuevo apéndice, en esta ocasión recurriendo a las cercanías ante la embestida menos clara de su oponente. No terminó Jiménez de acoplarse a las exigencias del toro, pero aún así lo intentó por ambos pitones, derrochando, como ya se ha dicho, mucha voluntad y entrega.


Acompañó al prieguense en su salida a hombros Julio Benítez, que con dos faenas de similar corte no pasó de discreto. En su primero, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, mostró mucha quietud con la muleta en una faena muy larga, en la que no logró encontrar el sitio y se mostró excesivamente frío, destacando en el quinto de la tarde el desplante y la tanda de rodillas con la que dio por finiquitada su actuación. Aún así, dos orejas para el esportón, la segunda de ellas, excesiva para los méritos mostrados.


Y precisamente de mucho mérito fue la actuación de José Luis Moreno al cuarto de la tarde, el garbanzo negro del encierro, todo un regalito con el que se jugó la vida el de Dos Torres, dando toda una lección de profesionalidad. Una pena que fallara con los aceros porque su actuación fue merecedora de premio, el que sí obtuvo en el que abrió plaza, al que cuajó varias tandas de derechazos con mucho temple, con la muleta siempre puesta para impedir la huida del toro, que finalmente se rajó.

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