jueves, 1 de noviembre de 2018

CULPABLES:TAURINOS Y NO ANTITAURINOS

Por Antonio Portillo Peinado.


Llevamos, algunos aficionados, que osamos expresarnos públicamente, y muy pocos críticos, advirtiendo sobre los derroteros a los que una pandilla de impresentables, que se autotitulan empresarios, están llevando la fiesta más singular del mundo, tras haber sacado de él a auténticos empresarios taurinos.
En España para muchas actividades existen leyes de incompatibilidad. Un abogado no puede ser fiscal, un arquitecto no puede ser constructor... pero sin embargo un empresario taurino si puede ser apoderado, e incluso ganadero. Con ello, tal como ha ocurrido con muchos sectores de la economía, en el mundo del toro las "fusiones" han provocado que cuatro o cinco listos se están lucrando de forma no siempre clara, y le están haciendo mucho más daño a la fiesta nacional que los antitaurinos, y todo ello con la complicidad de muchos presidentes, que lamentablemente defienden más los intereses del empresario que los del público.
Han conseguido expulsar a los aficionados de las plazas, sustituyéndolos por un público más propio de espectáculos circenses, con la complicidad de una crítica colaboradora en tamaño desaguisado, sólo contadas excepciones como Antonio Lorca y poco más, se salvan. No así desde luego los que retransmiten las corridas por Canal Toros TV, incluidos los profesionales invitados, Emilio Muñoz y Cristina Sánchez, que sistemáticamente y con aire triunfalista, engañan a los televidentes con unos análisis carentes del más mínimo rigor crítico, pretendiendo hacer ver por sistema que el culpable de cualquier mala actuación de los profesionales siempre es el toro. ¡¡Claro como no habla, y encima lo matan...!!. Podían imitar, aunque sea un poco, al equipo productor de Canal Castilla la Mancha, que tan dignamente llevan la promoción taurina en esa Comunidad Autónoma.
Esta carencia de crítica unida a la evolución consumista y superficial de la sociedad española ha producido un público "blandengue" que pretende ser protagonista festero de la corrida, aplaudiendo lo espectacular aún siendo superficial e ignorando lo fundamental,concediendo trofeos como si fueran para ellos, porque así pueden justificar el timo al que han asistido, aunque en ningún momento se hayan EMOCIONADO.
Dos puñados de toreros, no más de una decena en cada uno, torean la práctica totalidad de las corridas de toros en España y Francia. Uno lo hacen con las ganaderías cómodas y el otro con las duras. Ambos forman las "cuadras" de esos "aprovechaos", que se autotitulan empresarios. El resto de toreros, que van por libre y son desconocidos para el público, a pesar de que puedan tener tanta o más calidad y valor que los "conocidos", tienen enormes dificultades para vestirse de luces.
Y claro los ganaderos han sido pieza fundamental en este desaguisado. Por connivencia entre toreros, calificados figuras, y empresarios la cabaña brava española hace unos años que fue "infectada" por el toro "artista" que inventó Juan Pedro Domecq Solís. Se podía haber quedado quietecito y con que hubiera continuado la línea selectiva de su padre, el gran Juan Pedro Domecq y Díez, no se habría producido la desgraciada evolución que ha tenido la Fiesta a partir de unos años después de aquel 1975 en que falleció ese gran ganadero.
El inventor del toro "artista" tuvo el "mérito" de transformar la mejor tauromaquia de la historia, la de Manolete en adelante hasta 1980, en el cúmulo de despropósitos que desde esos años ha llegado hasta nuestros días.
Antes los ganaderos, que casi siempre estaban representados por sus mayorales en la plaza, cuando hablaban con ellos tras la corrida les preguntaban si la corrida había salido brava en los tres tercios. Ahora cuando el ganadero no está en la plaza y habla con el mayoral tras la corrida lo que le pregunta es si "han tenido peligro", eso en el caso de que éste tenga cierta dignidad y no filme la corrida. Habría que preguntar al presidente si esa filmación es legal y/o correcta. Pero como muchas veces son los propios ganaderos los que están en el callejón y nos "deleitan" con manifestaciones y gestos más propios de sus nietos que de ellos mismos. ¿Qué hubieran dicho D. Eduardo Miura o D. Carlos Urquijo al ver a ganaderos, como muchos de los actuales, sacando el pañuelo para pedir la oreja de un toro propio, y/o pedir la vuelta al ruedo o aplaudirlo en el arrastre?. ¡¡Qué poca clase!!.
Desde el mundo taurino, si ponemos a los "antitaurinos" en el punto de mira que apunta a sus males, nos equivocamos. HAY QUE MIRAR PARA DENTRO, EL MAL ESTÁ SOBRE TODO EN LOS CRÍTICOS QUE NO CRITICAN Y EN LOS PÚBLICOS QUE NO EXIGEN. SI ESTAS DOS PATAS FUNCIONAN, LA TERCERA QUE CONSTITUYEN LOS PROFESIONALES, TENDRÁN QUE CAMBIAR.