miércoles, 28 de agosto de 2013

EN EL 66 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE “MANOLETE”

Todos los “29  de agosto”, cada año, marcan una fecha digna de recordar para aquellos amantes de la fiesta taurina mayores –ya van quedando menos de los que tuvieron la suerte de vivir aquella época y verle en los ruedos- y más jóvenes que han sabido transmitir y mantener generación tras generación su admiración hacia ese grandioso torero que  paseo por el mundo su pundonor y gloria junto al nombre de nuestra tierra, Córdoba, que le vio nacer y que se encumbró como IV Califa del toreo. Pensamos que no habrá quien dude que nos estamos refiriendo a Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, de cuya desaparición se cumplen ahora sesenta y seis años. Como pasa el tiempo…
Precisamente en la madrugada del 29 de agosto de 1,947, dejaba de existir, en el Hospital de los Marqueses de Linares, tras la cornada que le infirió “Islero”, de la ganadería de Miura, en la plaza de toros de Linares en la corrida de feria que se había celebrado el día anterior.
Ahora, llegadas estas fechas, de nuevo su figura se agiganta. Y se vuelve a  hablar  de “Manolete”, se ensalzan sus valores, aún queda tema para desarrollar en unos cuantos de libros publicados  recientemente sobre el “monstruo” y con motivo de este aniversario que se cumple se celebran algunos actos en su homenaje. No faltan quienes pretenden a estas alturas o lo han hecho a lo largo de los años transcurridos, desde que murió, poner en tela de juicio su calidad moral y artística. Pero nada han conseguido. Como ejemplo último de intento de emborronar su pasado, la realización de la película “Manolete” que por fin llegó a las pantallas, y que constituyó un fracaso total.
La figura de Manuel Rodríguez “Manolete” permanece en el recuerdo, cuando se cumplen sesenta y seis años de su muerte. Con toda su fuerza, como corresponde a su enorme dimensión como persona y como torero, valía que le aupó a ser considerado un mito del toreo.
Anualmente, cuando se produce este aniversario también aprovechamos la ocasión para referirnos a un cordobés que desarrolló su larga y extensa vida periodística en nuestra ciudad, tratando de infinidad de temas de información de su ciudad, pero especialmente el taurino y el cofradiero. Fue José Luís Sánchez Garrido “José Luis de Córdoba”, al que forzosamente hay que asociar con “Manolete” ya que entre las diversas etapas de la fiesta que vivió el periodista, le cupo la suerte de hacerlo en la del coloso de La Lagunilla, en calidad de critico, siendo, además, amigo personal del torero. Asimismo fue su primer biógrafo, y tras su muerte continuó escribiendo libros y artículos, sin que el paso de los años, mermara ni un ápice la admiración que tributaba por los valores de Manuel Rodríguez. Y una lealtad absoluta hacia la amistad que les unía.
Ahora viene a cuento, por cierto,  decir, -y ya la noticia fue publicada por este periódico- que los hijos de José Luis Sánchez Garrido, respetando los deseos del periodista –fallecido en el año 2.007 cuando contaba 92 años de edad- hemos ofrecido al Ayuntamiento de esta ciudad la cesión de su legado profesional que a primeros de este mismo mes ha sido aceptada por la Junta de Gobierno Local. La Universidad de Córdoba hará un inventario y las digitalizaciones correspondientes y posteriormente la conservación del legado  corresponderá a la delegación municipal de Cultura. A este legado, cedido al Ayuntamiento,  del que gran parte correspondería al Museo Taurino, podrá tener, en el futuro, acceso cualquier persona interesada en hacerlo.
El 29 de agosto de 1,947, el periódico “CORDOBA”, publicaba una edición especial con motivo de la muerte  de Manuel Rodríguez,  en la que se informaba en primera página que a las dos y cinco había llegado a Córdoba el cadáver de “Manolete”. También en primera, “José Luís de Córdoba” titulaba un articulo diciendo “Ha muerto el mejor torero de todos los tiempos”. Hace de esto sesenta y seis años.
Sin duda, “Manolete” fue una figura de las que se dan pocas. Y de Córdoba. Paisano nuestro. Un orgullo, se diga lo que se diga…

TEXTO: José Luis Sánchez Cuevas

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